8 ene 2016

Summerica empieza al norte de Chile: San Pedro de Atacama

Summerica empieza al norte de Chile: San Pedro de Atacama

Mi plan era comenzar el viaje hacia el norte, con San Pedro de Atacama como primer destino. El trayecto de casi 1.600 km se puede demorar hasta 20 horas en un medio de transporte común. Cuando fui hasta la terminal de autobuses a consultar la que debería ser la opción más cómoda, un autobús semicama que haría el trayecto en 16 horas por 48.000 CLP (unos 65 €) hasta Calama (a una hora de San Pedro), la descarté de inmediato por el alto desembolso que iba a suponer en tan sólo el primer día de viaje. Lo que nunca pensé es que la alternativa del autostop, tan improvisada y dejada al azar, se convirtiera en el éxito rotundo de la primera etapa del viaje.



La aventura se iniciaba en Concón. Alex, Nerea, Fran y yo llegábamos en micro desde Valparaíso, cuanto más a las fueras más sencillo sería hacer dedo. Con un pobre cartel que anunciaba "Ruta 5" conseguimos que nos parasen por primera vez. Para nuestra sorpresa era una micro llena de gente cuyo conductor nos ofreció acercarnos gratuitamente hasta Calera, población pegada a la ruta 5. Para quien no lo sepa, la Ruta 5, conocida como la Carretera Panamericana, es una carretera/autopista que cruza todo Chile desde Arica a Puerto Montt como un tronco clave que se va ramificando por todo el país. Para llegar hasta Calama el 90% del trayecto se hace atraves de esta ruta.

Mi plan era comenzar el viaje hacia el norte, con San Pedro de Atacama como primer destino. El trayecto de casi 1.600 km se puede demorar hasta 20 horas en un medio de transporte común. Cuando fui hasta la terminal de autobuses a consultar la que debería ser la opción más cómoda, un autobús semicama que haría el trayecto en 16 horas por 48.000 CLP (unos 65 €) hasta Calama (a una hora de San Pedro), la descarté de inmediato por el alto desembolso que iba a suponer en tan sólo el primer día de viaje. Lo que nunca pensé es que la alternativa del autostop, tan improvisada y dejada al azar, se convirtiera en el éxito rotundo de la primera etapa del viaje.

El camión de lujo

Siendo cuatro personas es bastante complicado hacer autostop con éxito, la mejor idea era dividirnos en grupos de dos: Fran y Nerea por un lado, a quienes un camionero montó a los 5 minutos de probar suerte, Alex y yo por otro. A nosotros nos costó un pelín más, y con pelín me refiero a que estuvimos aproximadamente 40 minutos hasta que llegó nuestro salvador en este arranque del viaje. 

Con una cabina al nivel de una autocaravana en la que podría vivir y con un remolque lleno de alimentos rumbo a Arica, la ciudad más al norte de Chile. Su conductor, Oscar, se convertiría nuestro chófer particular durante los siguientes 1.500 kilómetros y nos contaría algunos secretos sobre las carreteras chilenas. De verdad, he hablado muy bien de los autobuses de larga distancia aquí en Chile, pero como el viaje en el camión de Oscar no voy a tener otro igual de cómodo. Con el amplio espacio en cabina y sus dos literas (bien grandes) atrás, Oscar se ofreció a parar por Fran y Nerea tambien, que nos esperaban en La Serena tras su trayecto de autostop, y aún siendo cinco no habríamos podido ir más cómodos.
Nerea y Alex disfrutando de los lujos de viajar en camión
De un viaje en autobús con espacio limitado a precio desobirtado, a un viaje en camión confortable y totalmente gratis. Quisimos invitar a Oscar a comer por el favor, pero él nos devolvió el agradecimiento invitándonos a la noche a cenar, tras lo que seguimos con el viaje por unas pocas horas más hasta que paramos a dormir.

El desierto de Atacama


A la mañana siguiente vimos al despertar lo que la oscuridad de la noche anterior nos había ocultado. Habíamos entrado en el desierto de Atacama y el paisaje de madrugada era realmente bello a pesar de lo repetitivo. Horas y horas no viendo más que tierra sin vida y aún así me tenía boquiabierto y enganchado la idea de que exista una extensión tan grande de nada y sol. Bueno, no es del todo cierto que no haya nada, pues hay cobre, mucho cobre. De hecho, la región de Antofagasta sustenta el mayor porcentaje de su economía en la extracción y elaboración de este mineral, que decora en mayor medida su paisaje.
Llegó el momento de despedirnos de Oscar tras más de un día de viaje, a tan sólo una hora de Calama. Ya habíamos cumplido con la parte difícil. Por ciertofundamentales el protector solar y el sombreo que me llevé conmigo: índice de radiación UV de nivel 11, el más dañino. Es lo que tiene cruzar el trópico de Capricornio en pleno verano austral. Aunque he de decir que me sorprendió no tener excesivo calor, el viento constante me mantenía fresco o como poco templado.

Para llegar hasta Calama desde donde nos dejó Oscar, montamos en otro camión con un conductor graciocísimo que adoraba a los españoles, menos al español que se joteaba a su hija (según él, un manjar), que era el único fome. Lázaro, si estás leyendo este post, te tienen en el punto de mira. Arribando en Calama y de ahí a San Pedro de Atacama, siguiendo con nuestra suerte de hacer dedo (aunque nos apoyamos en un taxi que nos cobro 1.000 CLP por persona para llegar al cruce que nos interesaba) mientras atardecía sobre el desierto. Es la primera vez en mi vida que veo como se pone el sol sobre un horizonte llano sin ser este mar.

En el momento que nos dejaron en la calle principal de San Pedro lo único que se veía eran hostales, oficinas de turismo aún abiertas y alguna que otra botillería. Para haber llegado a última hora no tuvimos mala suerte, después de preguntar en algunos sitios encontramos un hostal por 8.000 CLP (10'5 €) la noche con cocina disponible. 

San Pedro de Atacama


Al día siguiente y con luz ya pudimos disfrutar más de la ciudad. A pesar de ser un pueblo muy pequeño, es el principal destino turístico de la región. Si la ves desde lejos es un auténtico oasis en medio del desierto. Calles apenas asfaltadas o casas de adobe que le dan el toque ancentral y su encanto. Llena de turistas y gente que vive de ese turismo, rebosa de juventud y el espíritu mochilero.

Dedicamos la mañana a pasear y estudiar diferentes destinos para hacer turismo en los alrededores. Al final nos hicieron una buena oferta de 5.000 CLP (6,5 €) para ver diferentes lugares de interés. 
El Valle de la Luna, formado por grandes cráteres que se asemejan a la superficie de la Luna, esculpidos por el viento usando sal, arcilla y yeso como materiales. Allá donde vayas encuentras sal cristalizada en un proceso de formación de millones de años. 
Las Tres Marías, tres formaciones geológicas que supuestamente tienen la forma de tres vírgenes María orando. Como anécdota, contar que una de las tres prácticamente ya no existe porque hace cosa de un año un alemán puesto hasta arriba de LSD con alucinaciones se la cargó de un abrazo. 
El Valle de la Muerte, que también forma parte de esta cordillera de sal, con unas vistas impresionantes y desde donde disfrutamos de un atardecer precioso. Cinco horas, con guía y con el desplazamiento a cada sitio. Me hubiese encantado poder hacer esto último en bicicleta y con más tranquilidad, como me recomendaron, pero no es la estación adecuada, el sol pega con peligro. Eso si, disfruté igualmente como un enano, y todo tenía ese toque desértico que me recordaba a Tatooine. 


Hasta aquí San Pedro de Atacama y Chile en este viaje. La siguiente ruta es el famoso tour que se hace hasta Uyuni por todo el altiplano boliviano. Pero eso ya historia para el siguiente post.



Nota: Esta entrada está escrita en pleno viaje. Al retorno de este las imágenes serán mejor editadas, añadiré más material y vídeos. Gracias.

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